La que más me gustaba era María Bravo, casada con el bisnieto del joyero Cartier. Se dedica a organizar eventos para recaudar fondos para diferentes obras. La verdad es que es a la única a la que se le veía trabajar, además de comprar vestidos a 18.000$, ir a casa de Eva Longoria a cenar y pasear en barco. Además, estaba deseando ser madre y por ahora no había podido… este detalle me caló hondo. Será que soy demasiado sensible… Pero me gustaba porque era cercana, hablaba de sus millones y joyas como quien habla de comprar una docena de huevos, sin darle la mayor importancia. Para ella eso era lo normal. No era una estupendísima que va enseñando todo lo que tiene para que pasemos envidia o darse categoría.
En cambio, las otras tres… Marieta Anderson, broker inmobiliaria, se compra un coche por 315.000$, alegando que quiere algo exclusivo. Esa palabra la dijo como quince veces, pero es que luego dice que ella busca calidad por encima de exclusividad… no sé pero no me lo creo. Además tiene tres niños a los que les obliga a ir a castings… no me convenció. A esta la perdono porque se ve mucho amor en la pareja (está casada con un fotógrafo)… ¡qué bonito! Y van de vez en cuando a Las Vegas donde se casaron con Elvis.
Blasi Ciudad, es otra que tiene cuatro hijos… pero no me gustó por aburrida. Sólo va en globo, compra la casa de al lado… me dio mucha pereza…
Y la que se lleva la palma era la cuarta, Pilar Baize, que no era capaz de recoger un balón que está a sus pies y llama a una de sus internas para que lo haga. Y encima admira a una mujer que dice que su mayor aspiración es casarse con un hombre rico, divorciarse y llevarse todo su dinero. Muy bien. Está sí que tiene pájaros en la cabeza… un palomar enterito!
Además se pone botox... y tiene una expresión rara, rara.
Lo que de verdad me sorprende es que todas, o casi todas, las amigas eran latinas o españolas, ¿es imposible una inserción total en la cultura?
No me importaría que volviesen a hacerlo…
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