Por si aún no te habías cuenta de que los finales felices no existen. No ten engañes, que no, que no existes. thay una serie (Érase una vez) que va de que la reina mala de Blancanieves quiere que nadie en el mundo de los cuentos sea feliz y terminan viniendo todos a la realidad. Para que veas.
Lo malo es que si has sido una niña Disney, has tragado todas la películas en las que la chica pobre e inocente en cuentra al gran prícipe azul y son pelices para siempre, te creas expectativas. Estas expectativas y deseos van calando en tus pensamientos y por mucho que madures, crees que este es ÉL. Y no.
Luego es cuando la realidad te da la dosis necesaria para que te des cuenta de que todos tu infancia te han estado engañando, que el mundo no es perfecto, que lo pájaros no te ayudan a barrer ni por arte de magia encuentras la calabaza que te lleve al palacio. No hay canciones cada dos por tres, ni un hada madrina que te facilite las cosas. No hay un encatamiento que te haga ser humana y bella por un día. No hay una reina, madrastra o mago malvado, por lo menos, no sólo uno.
Por supuesto, los mazazos con que te obsequia la relidad, pueden no ser el preludio de un final feliz. Aquello de que si te pasa algo malo es porque luego vendrá algo mejor, no suelen funcionar tampoco en la realidad.
Desgraciadamente tampoco hay botón de acelerar o rebobinar. Cosa que por cierto sería muy útil en algunos momentos de la vida. No puedes dar al stop para parate a pensar y ver las cosas con perspectiva. Tampoco se acaba el episodio y puedes descansar hasta la semana que viene. La vida no descansa. Tampoco puedes decidir caminos alternativos. Coges un camino con mayor o menor fortuna, intentando no confundirte.
Como dijo una amiga no hace mucho: "la vida no es un camino de rosas sin espinas".