19 de julio de 2010

Experiencias y lecciones

La semana pasada tuve clase de "Gestión de las Personas", donde se supone que nos enseñaban cómo dirigir un equipo creando un buen ambiente de trabajo. El caso es que hizo un ejercicio en el que teníamos que contar el hecho más importante denuestra vida que nos haya cambiado. Una chica no hizo la actividad y de hecho se fue llorando de clase. Eran varias preguntas a las qeu respondíamos por turnos. Primero todos contamos el hecho que nos cambió la vida, luego cómo nos sentimos en el momento y por últimos lo que hemos aprendido de esa experiencia. Casi todos dijeron que el irse de casa, el Erasmus... A mí no me gusta hablar de mis dramas personales así que comenté un hecho tan infensivo como el cambio de colegio. La chica que tenía a mi lado, que además es compañera de trabajo, contó que su madre murió cuando ella tenía 15 años y que tuvo que encangarse de su hermana... La conozco desde hace unos meses, pero no tenía ni idea. Siempre le veo tan vital, tan decidida, tan entera. Dijo que ella decidía cada día cómo quería ser y estar. Una frase que me caló hondo. En fin, con lo sentimental que soy y lo predispuesta que estaba a echar una lagrimilla, pues empecé a sentir que se me acumulaban las lágrimas en los ojos, pero no quería llorar.

Lo que se supone que teníamos que sacar de todo ello, es que las experiencias vitales nos ayudan a enfrentarnos a las diferentes situaciones. Si una vez hemos vivido algo, ya sabemos cómo tenemos que actuar la próxima vez. Y si hemos sido capaz de superar una situación difícil, seremos capaces de enfrentarnos a otras menos impactantes o de menos calado. A ver si es verdad.


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